El Ballet de Monterrey presenta con éxito su historia en el Teatro de la Ciudad
Resuelto a instaurar una monarquía en México, el archiduque austríaco Maximiliano, desembarcaría en Veracruz con su esposa Carlota de Bélgica en 1864; poco sospechaba que tres años más tarde retornaría a Europa en un ataúd, víctima de la lucha entre liberales y conservadores del país. Detrás de los hechos bélicos que narran los libros de historia, están dos seres humanos con sueños y miedos, apostados en una tierra que poco comprendían. ¿Cómo manifestarlo en las artes ejecutantes? De este tamaño fue el reto que aceptó el Ballet de Monterrey al producir en su totalidad Maximiliano y Carlota.
Con notoria sensibilidad, la representación parte del libreto original de Gerardo Páez, quien interna al espectador en una narrativa circular de dos actos, centrado en una Carlota ya viuda (Olivia Quintana) atormentada por los recuerdos de sus años en el Nuevo Mundo. La primera parte abunda sobre la llegada de una ilusionada pareja al país y la segunda sobre la sucesión de desavenencias que descarrilan en tragedia.
Sobrecogedor resulta la musicalización de la trama, a cargo de Caleb Ruiz, virtuoso compositor y director musical, quien ha trabajado de la mano del coreógrafo del Ballet de Monterrey, Thiago Soares, en distintas producciones. La orquesta sinfónica que dirige Felipe Tristán logra a la perfección una sinergia entre partitura y trazos sobre el escenario; tanto que impone la disyuntiva entre admirar a los bailarines o los músicos en el foso de orquesta.

En el Teatro de la Ciudad de Monterrey, uno de los mejores espacios del país para galas de ballet, Soares ha sabido aprovecharlo creando estampas de ballet clásico con la trama que transita entre el refinamiento de la época y las clases populares. No conforme con los habituales trazos de la escuela tradicional, el coreógrafo dota de histrionismo a la obra, de manera que los personajes principales, además del baile, se valen de gesticulaciones cuya oralidad toca al espectador interpretar.
Luciano Perotto como Maximiliano, y Katia Carranza en el papel de Carlota (la joven), además de demostrar impecable dominio de la danza clásica nos conmueven en su papel, sin caer en el acartonamiento de figuras históricas del imaginario colectivo. Por el contrario, descubrimos en ellos, a los humanos que lloran y ríen frente a las incertidumbres que tienen ante sí.
También hay otros personajes reales, lo que impone una carga tremenda para las expectativas del público conocedor del Segundo Imperio, incluyendo a Benito Juárez (Armando Medina), el personaje antagónico que repetidamente irrumpe en escena para acotar las esperanzas del monarca. Celebro la inclusión de estampas surrealistas, que aligeran la carga de la narrativa histórica y nos transportan al territorio de los sentimientos, especialmente la representación de la caída y muerte de Maximiliano.
La indumentaria y escenografía a cargo de Marco Reyna son una delicia para los ojos atentos a los detalles. Encuentro atinado el contraste entre la ambientación abstracta del escenario con el minucioso trabajo que tomaron para crear la vestimenta de época. Y aunque las amplias crinolinas podrían haber entorpecido los movimientos, el cuerpo de baile y los protagónicos manejaban con notoria destreza su habilidad para desplazarse como acto mágico en aquel túnel del tiempo al que gozosamente aceptamos adentrarnos.
Maximiliano y Carlota es un ejemplo loable de lo que se puede lograr cuando se reúnen voluntades y capacidad en el universo artístico de México. Detrás está la pasión de Yolanda Garza Santos, presidenta del Ballet de Monterrey; de Yolanda Santos de Hoyos, fundadora y presidenta honoraria; el talento artístico propio e invitado, y un patronato activo y comprometido con la promoción de la danza y la puesta de obras clásicas e inéditas. Con este logro, la compañía sin duda asciende a una nueva etapa y levanta la vara con la que han de medirse otras compañías de México.
Maximiliano y Carlota
Hasta el 8 de octubre en el Teatro de la Ciudad, Monterrey. Ballet de Monterrey


Excelente narración del contenido de la obra,ya que con su fluida prosa nos invita a abrir la imaginación a un parte muy dramática de la historia de México y más que nada poder hacerla accesible y comprensible a través de la danza.
Muchas felicidades y venturoso éxito!
Muchas gracias.