En la quietud del lago se desplaza la barca.
En su interior se escucha al trovador.
Apenas atina a las teclas y su voz desentona,
¡Qué más da si sus notas alcanzan al Paricutín
y todos se saben la canción!
Con la mirada fija en el amanecer,
los pasajeros se despiden de su amado Janitzio,
capricho y gema de la región.
Se dirigen a tierra firme en busca de alimentos,
diligencias y una que otra flor.
En el camino saludan a los hombres
conocedores de vientos, redes aladas y peces blancos.
Una pequeña purépecha guardaba aquello en su corazón.
Algún día le contará a sus nietos y estos a los suyos,
que la vida es un sueño y que sueño ellos son.
Fotografía: Lago de Pátzcuaro, Michoacán, México. AD 2017 ©
Que bello está, refleja la belleza del lugar
Gracias Héctor. Es una humilde aproximación a la magia del lago y su gente. Saludos