BARDO: un placer visual de diálogos cansados

Un minuto, peatones desfallecen súbitamente en la calle de Madero y al otro, un recién nacido gatea como tortuga para ingresar al mar. Es la película surrealista de Alejandro González Iñárritu (Amores Perros, 21 gramos, Babel, Birdman, El Renacido), de quien sorprende su audacia al apostar por una película de autor en tiempos que las salas de cine batallan para atraer público.
“Bardo o Falsa Crónica de unas cuantas verdades” alude a un “bardo” o momento de transición (en idioma tibetano) que experimenta Silverio Gama, el protagonista y alter-ego de González, interpretado por Daniel Giménez Cacho. Este personaje es un exitoso periodista-documentalista que ha vivido por dos décadas en Los Ángeles y está a punto de recibir un premio del gremio periodístico en ambos lados de la frontera. Su regreso a nuestro país deviene en una explosiva mezcla de reflexiones sobre sus preocupaciones en torno a México, y las situaciones que atraviesa con la familia y los antiguos conocidos.
Para el espectador mexicano, no hay nada nuevo en cuanto a sus inquietudes e incluso los diálogos son prácticamente segundo plano: pobreza, marginación, clasismo, colonialismo paternidad y, quizás lo más omnipresente, la identidad de quien vive entre dos países. En realidad, lo atractivo de “Bardo” radica en su lenguaje visual. Su propio director lo advierte: “es una película para sentir, no para entender”.
En la cinta de dos horas y media, González Iñárritu hilvana magistralmente las escenas con tono surrealista, tintes épicos y detalles absurdos que rayan en la comedia. De hecho, la cinta se filmó en 65 mm lo que permite exhibirse en pantallas de gran tamaño para cautivar visualmente al espectador.
Sin embargo, si es de los que necesitan una trama con nudo y desenlace, vaya prevenido porque no la hay. No es la autobiografía del director, sino más bién “ficciones” de algunas de sus “verdades”. Es un sueño pletórico de alucinaciones que pueden demorar una eternidad para la audiencia promedio. La versión original rebasaba las tres horas, pero tras la reacción no tan entusiasta en el Festival de Venecia, fue recortada a dos horas 32 minutos. Aún así, me parece extensa.
Quizás ese es el peligro cuando un director se da el lujo de hacerla de productor, guionista, editor y compositor; algo que la prensa europea ha hecho notar en su crítica a la cinta que nos representará en los Oscar 2023.
En diciembre Bardo estará disponible en Netflix México, pero si eres de los que disfrutan de la fotografía la recomendación es verla en la pantalla grande.
    Corey Sherman
    6 October, 2023

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